sábado, 4 de julio de 2009

CICLISMO/ Mónaco, un desafío psicológico

BENITO URRABURU MÓNACO/ La Verdad
La contrarreloj inicial de 15,5 kilómetros perfilará los primeros egos de la carrera
Armstrong, Sastre, Menchov, Evans y los Schleck, a coger posiciones en la general
Estamos metidos en un carrusel de subidas y bajadas, en las que te vas encontrando unos bloques de apartamentos y pisos que destrozan toda la costa, junto a villas fuertemente vigiladas, por no hablar de los yates aparcados en el puerto, o las tiendas en las que se exponen Rolls-Royce y Lamborghinis, o los restaurantes en los que te cobran por respirar. Mónaco tiene que ser mucho más que esa primera impresión que te llevas en un enclave de 32.000 habitantes que generó trece mil millones de euros de movimientos de negocios en 2006. El Tour de Francia se va a poner de largo en el segundo estado más pequeño del mundo, con un territorio de dos kilómetros cuadrados, con 40 hectáreas ganadas al mar.
La contrarreloj inicial, de 15,5 kilómetros, recorre todo el país, ida y vuelta. Por eso decimos que es un carrusel. Carlos Sastre lo sabe muy bien: «No he visto el recorrido. No se puede rodar en él con el tráfico que hay. Sé que tiene 7,5 kilómetros de subida y el resto son de bajada, muy rápida, con tres kilómetros pegados al mar».
En la mitad del recorrido, en el kilómetro 7,5, hay marcado un puerto de cuarta categoría. Hubo equipos que, escoltados por la policía, se metieron en las calles de Mónaco y se dedicaron a sortear los coches que circulan por sus calles para ver el trazado. La crisis no parece que ha afectado mucho a este enclave.
Marcar territorio
Mónaco debe ponerse a la hora de Alberto Contador. Desde luego, fluidez entre Lance Armstrong y el chico de Pinto no hay mucha. Son dos mundos distintos, dos percepciones de la vida diferentes. La comunicación que ha habido entre ellos ha sido nula y ensamblar tantos egos en cuestión de horas no parece fácil.
¿Habrá diferencias entre los favoritos? Lo normal es que entre corredores como Contador, Menchov, Evans, Carlos Sastre y los hermanos Andy y Frank Schleck o Armstrong, los segundos no resulten orientativos de nada. Más que un desafío de tiempos, estamos ante un desafío psicológico, de toma de posiciones, al menos en el Astana.
Alberto Contador, Lance Armstrong y Levi Leipheimer quieren marcar territorio. El resto, estar lo más cerca posible de ellos, o superarles. Armstrong comenzara a comprobar si las apreciaciones que obtuvo cuando veía la televisión subiendo Alpe DŽHuez a Carlos Sastre se cumplen.
Según sus cálculos, él tardó dos minutos menos que él último ganador del Tour. También es cierto que su subconsciente le dirá que Alberto Contador, en 2007, escaló Plateau de Beille, en 44:08, bastante más rápido que él en 2002, cuando marcó 45:43.
Mónaco y su contrarreloj no se circunscribe a un enfrentamiento entre Alberto Contador y Lance Armstrong, pero casi. Sastre confesó abiertamente que está harto de que le pregunten por la situación de la pareja del Astana: «No quiero valorar nada. Me da lo mismo. Yo me preocupo de lo mío. Lo demás no me interesa. No he venido aquí (a la rueda de prensa) para hablar de otros».
Menchov afirma, parece que convencido, que puede ganar el Tour: «He ido progresando poco a poco». Cadel Evans llega muy en forma y luchará por el primer maillot amarillo. Hay otros corredores como Fabián Cancellara, que ha experimentado una gran mejoría en las subidas, o los hermanos Frank y Andy Schleck, que llevan trabajando seis meses las contrarrelojs con el ex corredor americano Boby Julich.
Un ejército con Evans
El americano ha comenzado por aplicar un plan de trabajo físico, modificar el calentamiento antes de una etapa contrarreloj, al igual que la concentración durante la prueba: «Si se cambia todo muy rápido para una contrarreloj puede resultar contraproducente. Hay que ir poco a poco», afirma Julich.
En torno a Cadel Evans, su equipo, el Lotto, ha montado un dispositivo similar al del año pasado. Moverán cuatro directores en carrera para tener todo controlado. El australiano es una persona muy maniática. Un director irá por delante para analizar lo detalles tácticos y técnicos.
Otros dos directores estarán en el coche que seguirá a Cadel durante las etapas y, finalmente, un cuarto lo hará en el segundo coche del equipo. Trabajar con Evans no resulta nada fácil. Nunca lo ha sido. Todos los favoritos están rodeados de bloques muy potentes, todos. Por eso, lo de Mónaco, es una cuestión individual, personal, en la que conviene no fallar. Este Tour tiene truco. Hay que estar a tope de forma en los 15,5 que les esperan en el tobogán del Principado y llegar lo mejor posible, dentro de tres semanas, al Mont-Ventoux.

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